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Principios de Dionea

En nuestra academia creemos que el cuerpo es un territorio de aprendizaje: un espacio donde habitan las emociones, las experiencias y la posibilidad de transformación. El teatro se convierte en nuestro lenguaje para escuchar, expresar y comprender lo que somos, permitiendo que la enseñanza se viva como una experiencia activa y sensible.

Entendemos que educar no es transmitir saberes, sino generar encuentros donde enseñantes y aprendices construyen juntos. A través del juego, la improvisación, la creación colectiva y la narración, el aprendizaje se enciende y cobra vida.

Sostenemos que toda persona es creativa por naturaleza. Nuestra tarea es abrir caminos para que esa creatividad florezca y se ponga al servicio de una educación más humana, inclusiva y diversa. Celebramos las múltiples voces, cuerpos, identidades y lenguajes, reconociendo la riqueza que aporta cada contexto.

En este diálogo abierto entre enseñantes y aprendientes, la escucha y la participación son el corazón del proceso. Así, el teatro educativo se convierte en una práctica que transforma, vincula y deja huellas duraderas en quienes la viven.